miércoles, 29 de enero de 2014

El solar del barrio.



En la mañana de enero el sol quiere asomar su cara entre los nubarrones  que se extienden  por  todo  el cielo, intento inútil, el cielo no se abre .

El suelo está húmedo y la tierra medio mojada  tiene un color más oscuro . Las casas blancas se confunden a lo lejos con la niebla blanquecina  que las engulle incorporándolas a su mole uniforme.


El solar , al lado de la carretera,  está desierto, aquí y allá  se amontonan cascos de botellas, latas oxidadas, papeles amarillentos y rotos, piedras y hasta basura que alguien ha tirado.

Sin embargo un rincón del abandonado solar es más acogedor, dispuestas algunas piedras en círculo a modo de asientos . Está algo más limpio y las colillas esparcidas por el suelo denuncian la concurrencia de fumadores desocupados. 

Un tordo emite su sonido característico desde el tejado vecino , atalaya donde el pájaro de plumas negras y brillantes  permanece impertérrito  lanzando una y otra vez , pausadamente, su sonoro mensaje.

Dos chicos jóvenes penetran en el solar , el más alto con la melena negra desparramada por la frente , ojos oscuros  y expresivos , labios finos con una media sonrisa, en que una mitad de la cara permanece normal y la otra mitad ligeramente arqueada hacia arriba. Su cara tostada tiene algunas manchas más claras. Su aspecto es desaliñado y su ropa pide a gritos su relevo .

El otro, un poco más bajo, parece algo mejor vestido, su pelo es también moreno , su tez igualmente morena, sus ojos verdes y su mirada recta y decidida , mirada que agarra la de su interlocutor y la tiene prisionera a voluntad.

Se sientan en las piedras y sacan unos cigarrillos.

El sol en la mañana de enero sigue sin salir , los nubarrones no quieren hacerle un lado. Las casas blancas no se ven a lo lejos , están ocultas  por la niebla que las envuelve. El tordo del tejado vecino mira a un lado y otro  lanzando siempre los mismos sonidos.  

Los chicos siguen fumando , el más alto habla  sin cesar y el más bajo escucha con un asomo de desdén en la comisura de los labios , su nariz respingona respira incansable  el aire frío del día.

El más alto sigue cada vez más exaltado , acompañando con gestos expresivos su conversación. Al fin hace una pausa para tomar aliento.

 El otro desliza entonces unas palabras que cree innecesarias por su evidencia.

-"La sociedad es injusta, pero hay que trabajar para cambiarla".

El más alto vuelve a tomar la palabra , su discurso es apasionado , describe unos círculos con ambos brazos al unísono como si quisiera abrazar al mundo.

Continúan sentados,  el más alto al fin calla.

El más bajo  le mira con ojos penetrantes , mueve su rostro de un lado a otro como sacudiéndose una mosca molesta y contesta con pocas palabras la perorata de su amigo.

-"Yo sé lo que quiero y sé cómo lograrlo". -afirma con decisión.

El solar está cubierto en algunos lugares por una fina  hierba , pero en la mayoría  de los sitios ostenta terrosas calvas .

Del tejado de enfrente ya no parten los machacones sonidos del tordo. Hace rato que se fue.  


El cielo parece abrirse lentamente y los primeros rayos de la mañana  penetran en  la niebla persistente.

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