domingo, 22 de mayo de 2016

RELATO BREVE : Mis ojos.



Era un alumno simpático, gracioso, inquieto y muy hablador pero también espontáneo
y sincero cuando le pillabas en una trastada.
Era de los que dicen sí a todo y luego hacen casi siempre lo que quieren , a no ser que
se le “ate corto”, se esté pendiente de él. Quizá eso era lo que buscaba, pero partiendo
de ahí, la cosa consistía en “darle carrete” e ir pidiéndole responsabilidades según
fuera cometiendo errores.
A mí me caía muy bien Miguel y, como yo notaba que la simpatía era mutua , me
divertía soltar la cuerda y esperar.
Podría enumerar mil travesuras de Miguel , algunas tan graciosas que me costaba no
reírme cuando le pedía explicaciones. No me las negaba y siempre terminaba la
conversación prometiéndome que no lo haría más, promesa que nunca cumplía, en
parte. Digo en parte porque la frecuencia de sus travesuras era cada vez menor y ,
como decirlo, de más baja intensidad.
Una mañana , que estaba explicando en la pizarra el mínimo común múltiplo, estaba
muy inspirado hablando . Yo era consciente que se requería silencio y concentración
para atender a esa explicación. Me volví rápidamente, me quité las gafas de miope y
acercando mi cara a la suya le miré fijamente a los ojos.
- ¡Profe tienes un ojo de cada color!
-¿Cómo? – dije desconcertado.
Se acercaron otros alumnos a comprobar el descubrimiento y corroboraron que el
diagnóstico de Miguel era correcto.
Así me enteré de mi heterocromía.
Cuando acabó la clase comprobé que, efectivamente, tenía un ojo verde y el otro
marrón. Yo siempre había tenido los ojos verdes. ¿Qué había pasado?

Recordé que varios meses atrás me había caído corriendo, haciéndome un buen

 chichón en la ceja izquierda con inflamación y derrame en el ojo. Cómo no me afectó 
en la visión no fui al médico, pero ante esta noticia...
Según el oftalmólogo todo estaba bien, sólo que ese traumatismo había ocasionado
 el cambio de color del iris.


jueves, 19 de mayo de 2016

Relato Breve: LEAL.

Corría delante de mí pareciendo que huía , pero al mismo tiempo volviéndose y
haciéndose el remolón cuando veía que se distanciaba , meneando la cola
constantemente para animarme a seguirle. Pareciera que me sacara de paseo y no al
contrario.
Mi edad no era para gastar las energías que aún me quedaban en paseos excesivos, la
artritis me mordía las articulaciones y tenía que dosificar los esfuerzos.
Cuando llegaba la hora venía a buscarme y me miraba de frente esperando un gesto,
salía a la calle respirando el aire con fruición y animándome a caminar. Era mi
compañero que definitivamente me sacaba de paseo y alargaba mi , ya menguada,
agilidad.
Me ponía a leer y se colocaba a mis pies apoyando su cabeza en las patas delanteras,
mirándome de vez en cuando , sus ojos almendrados brillaban con inteligencia. Con él
nunca me sentí solo.
Cuando me acostaba se echaba al lado de la cama, encima de la alfombra y estaba
toda la noche junto a mí, por la mañana se acercaba y pedía caricias que eran una
terapia para mis deformadas manos , el calor de su cuerpo y la tersura de su pelo me
aliviaban con una sensación de bienestar y vida.




lunes, 16 de mayo de 2016

MICRORRELATO: La herencia.





El invierno es crudo, en el hogar, el fuego está encendido. El abuelo, entre cabezada y
cabezada, cuenta sus vivencias al nieto que escucha atentamente.
En la oscuridad de la cocina las llamas  dibujan  con sus ondulantes y caprichosas figuras
incandescentes la transmisión de experiencias, la esencia de la vida.

domingo, 15 de mayo de 2016

MICRORRELATO: !Es mi hija!



Me llamaba todos los días, casi a la misma hora , cuando oía su voz rejuvenecía
 mi espíritu. Su risa desenfadada y la alegría que transmitía era un bálsamo para mí.
Un día no oí su risa y me entristecí. Las llamadas dejaron de ser a diario, extrañaba
su alegría y mi cuerpo anciano no lo aguantó , mi salud se resintió.
Una mañana tocaron a la puerta y cuando abrí:
-¡Perdona , padre!
-¡Qué alegría hija!
Se fue una y llegaban dos.
El abrazo casi aplasta al bebe que llevaba en brazos.

sábado, 14 de mayo de 2016

"El Serpiente"


La noche era oscura y no se veía nada, avanzaba por una calle estrecha de un barrio de mala reputación y peligroso. Sentía un pellizco en el estómago, algo que podría aproximarse al miedo. Avanzaba pegado a la pared de las viviendas para protegerse. Cualquier sonido sobresaltaba al muchacho. Iba a la imprenta que se encontraba al final de la calle, estaba detrás del Puerto donde los camellos, los drogadictos, los proxenetas , las putas y toda clase de bicho nocturno se movía con soltura, pero él era un simple mandado que iba a una imprenta clandestina a por unas octavillas para promover la huelga de su sindicato, un aprendiz metido en la boca del lobo.
Maldecía la hora en que entró en el sindicato, en la que se puso al servicio de su secretario para chico de los recados y maldecía tener que sobrevivir teniendo que hacer méritos todos los días para ser aceptado en un mundo rudo y agresivo. Le apodaban “El serpiente” porque iba zigzagueando y sorteando los problemas y los líos en que generalmente le metían.
La calle se le hacía interminable, apenas atisbó la esquina en la que había una farola que alumbraba el portal donde iba, se encogió un poco más para pasar inadvertido, ya que estaba tan cerca de la meta. Pero lo tenía claro, la vuelta no la iba a hacer solo, esperaría salir con los dos trabajadores.
Entró a la imprenta y se reconfortó con el ambiente que había, el olor a tinta le gustaba y aunque la luz que había no era muy intensa, había dejado la oscuridad que tanto le intimidaba.
Los dos trabajadores eran conocidos del muchacho y tenía la seguridad que no le fallarían , como tampoco él les fallaría a ellos.
El paquete de las octavillas estaba sobre una mesa cubierta por un hule amarillento y desgastado en la que había dibujos de grandes monumentos del mundo como La torre Eiffel y El Big Ben.
En un rincón había un espejo, se miró en el, Era de una estatura media, moreno, de ojos verdes, tez curtida por el día a día en el muelle, se tenía por bien parecido, esbozó una sonrisa que resultó ser breve porque descubrió un incisivo superior que le faltaba y que le daba un aire de pícaro y viejo que no le gustaba. Era musculoso y para vivir en el ambiente que se desenvolvía listo y escurridizo, la imagen de un superviviente.
-¡Vamos, coge el paquete y vete ya!
-No, yo me quedo y me voy con vosotros.
Los dos hombres se miraron y sonrieron.
-¿Qué... tenemos miedo?
- No… Bueno, un poco.
-No puede ser tenemos que salir por separado.
- Me voy con el primero que salga.
El primero de Mayo era el día escogido para una gran manifestación que debería seguir con una huelga programada para dignificar algo el trabajo de estiba y desestiba del Puerto, los hombres se partían la espalda por un puñado de monedas que no bastaban para vivir.
El sindicato era poderoso y temido porque sus consignas eran seguidas por todos los trabajadores al unísono, desesperados y sabiendo que era su única baza la de hacer fuerza paralizando la actividad comercial .
El ambiente estaba caldeado y se esperaba, que con la difusión, la sociedad se pusiera de su parte y así hacer más fuerza.
Se reunieron muy temprano en las oficinas administrativas de la Autoridad Portuaria, cantando las consignas preparadas, avanzaban hacia el Gobierno Civil, los más exaltados apenas podían ser calmados por el piquete de orden interno de la manifestación, tenían tanta frustración interior que salía su protesta a borbotones.
El Serpiente” que iba y venía desde la cabecera de la manifestación hasta el final de la misma le trasmitía a su jefe la intranquilidad e incertidumbre de cómo iba a terminar aquello.
Antes de llegar al Gobierno Civil les detuvo un cordón de antidisturbios, “El Serpiente” temió lo peor , algunos compañeros empezaron a hacer retroceder a viva fuerza a los antidisturbios . En pocos minutos se organizó una batalla que terminó con más de uno magullado y dolorido.
El muchacho, después de auxiliar a cuantos pudo , estaba apesadumbrado , se encontraba cansado y apoyado en la pared contemplaba la situación con gesto preocupado.
D. Marcelino Hernández , Presidente Nacional del Sindicato de Estibadores, sonrió ante la noticia que venía en primera plana , el diente de oro se vislumbró dándole un toque de distinción. Era de mediana edad ,moreno, de ojos verdes, fuerte y bien parecido, había transformado al Sindicato en un órgano presente en todas las negociaciones . Cambiando el choque por la aproximación y el diálogo, exigiendo una nueva ley que regulara los derechos laborales de la actividad de estiba y desestiba de los puertos. Aprovechando los momentos de debilidad del Gobierno, insistiendo en las reuniones con el Ministerio, dialogando y presionando.
La amenaza de una huelga general en un momento de preelecciones había dado resultado. Después de muchos años de lucha la noticia había saltado a todos los periódicos: LOS SINDICATOS ARRANCAN DE FOMENTO EL COMPROMISO DE QUE LA NUEVA LEY SERÁ CONSENSUADA.