Queridos Reyes Magos.
Como sabéis hasta hace pocos meses era un viejo huérfano de nieto, un viejo pero no abuelo, y cuando pensaba que ya no iba a ver en mi casa a ningún bebé de mi sangre, hicisteis el milagro y en el mes de octubre a la salida del verano pasado, antes de llegar los fríos, cuando las hojas se desprendían de los árboles dejándolos desnudos. tuve la noticia más bonita que podía desear, un bebé estaba encargado. Ya sabéis el temblor de piernas y la alegría tan grande que tuve, no me lo podía creer, pero sí, era verdad, los futuros papás me enseñaron la ecografía y allí se distinguía una figurita difusa que era él, el deseado.
Por fin, el 18 de Abril, nació un bebé, mi nieto Diego. Con sus cosillas fue creciendo, hasta el día de hoy que tiene ocho meses. Es un niño muy activo, cariñoso, guapo, por supuesto, que no extraña a ninguna persona que se acerca.
Cuando lo cojo noto el calor de su cuerpo que me transmite una sensibilidad especial y una sensación de que algo mío también se personifica en él y la comunión de la vida trasciende en el espacio y en el tiempo, el lugar se funde en una esperanza de futuro.
Queridos Reyes, para este año sólo os pido tiempo. tiempo para verlo crecer, para acompañarlo lo más posible, tiempo para abrazarlo, tiempo para hablar, tiempo para estar presente en su crecimiento como persona, tiempo para desarrollarme como persona, yo también a su lado, como abuelo.
En la confianza que seréis condescendientes conmigo y me concederéis mi petición como asunto personal, pero con trascendencia social, para que todos los abuelos del mundo puedan disfrutar de sus nietos y con su buen ejemplo perdure una sociedad mejor, les deseo, Majestades, una feliz Navidad.
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