martes, 18 de diciembre de 2018

El ascensor.


  
El trasiego de la vida te mete en un torbellino que gira y gira sin  darte cuenta, las escaleras y ascensor de la casa de vecinos no paran  de albergar subidas y bajadas  de unos y otros, todos envueltos en la dinámica de su día a día, sin parar, sin pensar nada más que en su mundo pequeño, pero grande  para cada uno, pues es el que  has  creado y lo tienes que defender para la supervivencia de sus habitantes.

La pista es pequeña y debes girar sin chocar, así un día y otro. La ocupación diaria, el anhelo cotidiano, la  expectación  continua, la dedicación permanente. La mente está ocupada en hacer y tal vez poco en sentir, en cumplir las tareas y no en el desarrollo  personal.

Todo termina un día, el tiempo ha pasado, la ocupación diaria ha cesado , los anhelos… unos se cumplieron, otros tuviste que desecharlos, otros la vida  se encargó de robártelos.

El torbellino amaina y la dinámica se ralentiza y tropiezas con la realidad devenida del pasado  y esperando un futuro desconocido.                                                                                                                                                                                                                                                                            

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